Cuando empecé a trabajar para BackRoads y conocí al fabuloso equipo, pensé de inmediato: ¡tenemos que organizar una aventura en el mar! El mensaje fue lanzado en una botella, y la noticia corrió como la pólvora. En pocos días, la tripulación más pirata de la plantilla estaba reunida. Con semejante pandilla, y después de una temporada de intenso trabajo, solo podíamos confiar en el carácter de una embarcación llamada Tequila.
Así zarpó esta nueva aventura marina por las islas Dálmatas. Una semana que comenzó con vientos tranquilos y una tripulación sorprendentemente interesada en aprender el arte de la navegación, y que terminó con exámenes reales de nudos para salvar el velero, carreras de dinghies y flamencos, tiempo embravecido y un motín a bordo que se hizo con el control de la nave. Mientras tanto, yo, amarrado al mástil como Odiseo, gozaba del espíritu de esta nueva hornada de piratas.